5/12/2009

Ser Relata

Un nuevo día comienza y quizás al terminar el día se termine la vida. Pero que determina cuando finaliza. Que es lo que me impulsa a huir, acaso nadie esta luchando para que todo siga? El problema es que se nos escapo la paz de la mochila. Que difícil es seguir si afuera el sol ya no brilla. Que habremos hecho para desatar semejante caos. Nadie se detiene a pensar donde esta la mochila? o es porque todavía no tienen tiempo de meditarlo y pensarlo para poder buscarla? yo creo que es eso, que el problema es del tiempo. Y si la mochila se la llevo el tiempo, ahí si que tendremos que hablar seriamente con el tiempo. Pero donde esta el tiempo, yo hoy no lo encuentro por ningún lado. Pero me pregunto si utilice todos mis sentidos para buscarlo y encuentro que se me traspapelo uno y eso dificulta que pueda pensar donde puede estar. Ante todo esta gran confusión trate de llamar a la paciencia pero hoy no estaba y eso provoco en mi una gran furia que solo termino en un montón de lagrimas en mi bolsillo. Recurrí inmediatamente a mi esencia, armamos las valijas y partimos viaje. En el viaje nos encontramos con un montón de colores que trataban de guiarnos y ayudarnos. Nos invitaron a viajar con ellos, sin dudarlo decidimos aceptarlo. Pasaron los días y la mochila no aparecía, ya la dábamos por perdida. Paramos a descansar en un monolito que encontramos en el viaje, el cansancio nos aturdía. El sol ya estaba saliendo cuando partíamos de nuevo al viaje. Todo estaba en su lugar en su perfecta armonía, ya empezábamos a sentir otros olores, todo era hermoso. Cada cosa que veía no dejaba de maravillarme, sentí que nada de lo que veia podía ser cierto. A medida que avanzábamos en el viaje iban apareciendo nuevas maravillas, como si estuviesen esperando nuestra llegada para salir de algún tipo de guarida en donde estaban encerrados. Le pregunte a mi esencia si ya estábamos cerca ella me dijo que faltaba poco que trate de disfrutar de todo lo que ahí había. Los colores andaban dispersos como que ya no tenían ganas de acompañarnos. Mis piernas empezaron a temblar, mis manos transpiraban. Ya no tenia fuerzas como para seguir, de mis ojos brotaba un manantial de lagrimas sin fin, en mi alrededor ya no había nadie, decidí gritar muy fuerte, extendí mis brazos y pedí ayuda, pero fue inútil. Me desplome en el piso, apenas podía seguir teniendo los ojos abiertos las lagrimas no cesaban y mi cuerpo no reaccionaba. Sentí que era el fin del viaje. La impotencia y el odio se escaparon de mi boca, salieron volando. Unos segundos después mis ojos empezaron a cerrarse sin siquiera dar una explicación de porque lo hacían. Todo estaba volviendo a la normalidad, mis sentidos empezaron a revitalizarse, las piernas ya no me pesaban y las manos ya casi no sudaban, pero seguía sola. Comprendí que si había llegado tan lejos ya no había retorno y volví a emprender el viaje, pero estaba sola. Por fin empezaba a ver otros paisajes, los olores eran mas frescos el aire se sentía libre pero la mochila no aparecía. Me puse a pensar que nada tendría sentido si mi regreso no iba acompañado de la mochila, que nada podía ser sin ella. No podía renunciar fácilmente a la búsqueda pero tampoco podía volver. La noche venia corriendo, ya no encontraba salida. Me acosté en el pasto, el miedo impedía que yo pudiera cerrar mis ojos, no sabia donde estaba, ni tampoco como iba a salir de ahí, pero recordé algo que me dijo mi esencia antes que me dejara sola, porque ella no habla por hablar, y me dijo que disfrute , quizás ahí este la salida en tratar de disfrutar y dejar de preguntarme cosas. Fue en ese momento donde pude cerrar mis ojos. El día se me vino encima. En esa noche algo paso, no se bien como explicarlo tengo muchos espacios en blanco en mi cabeza. Empecé a preguntarme porque había tantos espacios y todo concluyo en que no tuve tiempo de completarlos, hay días que la angustia es tan grande allá que de nada sirve completar una hoja en blanco si nada te impulsa a hacerlo, si todo lo que a veces veo se esta desmoronando, escombros en mi cabeza no quiero demasiado sufren mis pies al caminar por ellos como para querer guardármelos. Yo sabia que tenia que ir volviendo, había dejado muchas cosas antes de salir al viaje y que ninguna de esas merecía mi huida. Todo empezó a aclararse, mi mente estaba mas libre y no tenia miedos, que importante que fue eso, el viento empezó a mecerme como acunándome, las flores empezaron a tener un tinte nuevo y lo mas importante fue que el sol brillaba. Me acosté en el pasto extendí mis brazos y mis piernas y me dije que no tiene sentido buscar la mochila que nos pertenece a todos sin antes saber que cada uno tiene la suya propia y que solo hay que tomarse un tiempo para pensar que si cada uno puede vivir con su mochila en su espalda todos los días seria mas fácil encontrar esa mochila por la que yo huí. Hoy ya estoy de vuelta de mi viaje y me di cuenta que tengo que vivir en paz con mi propia mente y que todo ese viaje sirvió para completar esos espacios vacíos que encontré esa noche en donde el miedo casi se apodera de todos mis sentidos.

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